La lectura siempre ha estado muy presente en mi vida. En mi más tierna infancia (mi infancia fue más tierna que la suma del anuncio del osito Mimosín y de la cabrita de Norit juntos) mi mami me adentró en el mundo de la lectura gracias a los cuentos troquelados. Algunos de estos cuentos me marcaron en gran medida y otros tantos me transportaron a mundos e historias increíbles.
Os propongo una cosa: os voy a enumerar algunos de mis cuentos favoritos y, seguidamente, os comentaré lo que para mi es el aspecto que caracteriza la inocencia infantil de cada historia.
1. El cuento de las cabritillas y el lobo
Un cuento donde el malvado lobo se las ingenia para hacerse pasar por mamá cabra (no es un trabajo fácil ya que tiene que comer tiza para afinar su voz y embadurnase la pata con harina) y devorar sin piedad a unas pobres cabritas.
Lo más inocente: Pensar que los jugos gástricos del lobo no afectan a las cabritas y permanecen intactas en su barriga hasta que mamá cabra las rescata. Además, hay que sumarle el hecho de que la madre le llena la barriga de piedras al lobo y se la cose, todo esto mientras el glotón del lobo hace la siesta sin percatarse de nada.
2. La caperucita roja
Jamás llevar una cesta con pan, chocolate, azúcar y dulces fue una tarea tan complicada. La niña de la caperuza roja vive su propia odisea por apartarse del camino y cruzarse con el lobo.
Lo más inocente: Pensar que una niña puede llegar a creerse que el lobo sea su abuela por ponerse un camisón y un gorro. ¿Tan peluda era la abuelita de caperucita?
3. Los tres cerditos
Estos tres cerditos, haciendo gala de sus concimientos en arquitectura, se fabrican sus propias casas con diferentes materiales. Tan sólo uno de ellos tendrá buen ojo en esto de la construcción y se decanta por los ladrillos.
Lo más inocente: Pensar que un lobo puede tener una capacidad pulmonar capaz de derribar casas aunque éstas estuvieran fabricadas en paja y madera. También cabe destacar, el hecho de que los cerditos eran más que polivalentes: ¡vestían petos, tocaban instrumentos y construían casas con esas pezuñitas tan monas!
Como los cuentos han sido tan importantes en mi vida, a veces son fuentes de inspiración para mis creaciones "reposteriles". El fondant es un material que permite personalizar al máximo cada una de nuestras pequeñas "obras de arte". Prueba de ellos es mi última creación: La ratita traductora.
Inspirada en la ratita presumida, he decorado un bizcocho MSC (Madeira Sponge Cake) para el cumpleaños de mi hermana. He hecho una ratita de fondant, porque el apodo cariñoso en mi casa para mi hermana cuando era pequeña era el de "rateta" y porque además de presumida, es traductora. Así que he equipado a la figura con dos diccionarios y su ordenador rosa, porque son sus herramientos de trabajo.
Ingredientes bizcocho MSC
* 200 gr mantequilla
* 200 gr azúcar
* 200 gr harina
* 3 huevos
* 8 gr levadura
* 1 cucharadita de aroma de vainilla
NOTA: Los ingredientes deben estar a temperatura ambiente. Estas cantidades están pensadas para un molde de 20 cm.
Elaboración
* Batimos la mantquilla con el azúcar hasta que los dos ingredientes queden bien integrados.
* Vamos añadiendo de uno en uno los huevos, no añadiremos el siguiente hasta que cada uno de ello se mezcle del todo.
* Añadimos la cucharadita de aroma de vainilla y batimos.
* Bajamos la batidora a la velocidad mínima e incorporamos poco a poco la harina con la levadura (previamente tamizada) hasta que la cantidad total de harina quede bien mezclada en la masa del bizcocho.
* Ponemos la mezcla en un molde engrasado y 3, 2, 1... Empezamos a hornear! Lo metemos en el horno (precalentado con anterioridad) a unos 170 grados durante unos 45 minutos aproximadamente. El tiempo es orientativo, dependerá de cada horno. Para aseguraros de que vuestro bizcocho está listo podéis utilizar el viejo truco del palillo.
Este tipo de bizcocho es ideal para los pasteles decorados con fondant, ya que al tratarse de un bizcocho más consistente aguanta mejor el peso de este tipo de decoraciones. El mío, no lo cubrí con fondant porque en mi casa lo encuentran demasiado dulce, así que simplemente lo partí por la mitad, lo bañé en almíbar y lo rellené con mermelada de albaricoque. El resultado: ¡un bizcocho delicioso! mmm...
¡Dejad volar vuestra imaginación para conseguir creaciones maravillosas!
¡Hasta la próxima!